Ciudad de México, 4 de mayo de 2025 — Meteorólogos han lanzado una señal de alivio ante el inicio de la temporada de huracanes 2025: las temperaturas del océano Atlántico son más frías que en años recientes, lo cual podría limitar la intensidad de los ciclones tropicales. Sin embargo, los expertos advierten que la temporada aún podría estar por encima del promedio histórico.
Según Jonathan Belles, meteorólogo de Weather.com, una gran franja del este del Atlántico “no está manteniendo el ritmo típico de calentamiento para esta época del año”, un indicio de que las condiciones podrían ser menos propicias para el desarrollo de huracanes intensos.
Phil Klotzbach, investigador de huracanes en la Universidad Estatal de Colorado, también apuntó a este fenómeno. En declaraciones a USA TODAY, afirmó que las temperaturas superficiales del mar tropical son “mucho más frías que el año pasado”, con una diferencia de casi dos grados respecto a abril de 2024, lo que es significativo desde el punto de vista meteorológico.
A pesar de este enfriamiento, algunas zonas —como el Mar Caribe y el Atlántico subtropical oriental— todavía presentan temperaturas ligeramente superiores al promedio. Por ello, los meteorólogos no descartan una temporada activa.
El pronóstico más reciente de la Universidad Estatal de Colorado anticipa hasta 17 tormentas con nombre, de las cuales nueve podrían convertirse en huracanes, cifras que superan el promedio histórico de 14 tormentas y siete huracanes anuales (según datos de 1991 a 2020).
La temporada de huracanes del Atlántico comienza oficialmente el 1 de junio y se extiende hasta el 30 de noviembre. Se espera una actualización del pronóstico universitario a principios de junio, mientras que la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) publicará su pronóstico oficial a finales de mayo.
Factores adicionales en juego
Los meteorólogos también advierten que las temperaturas oceánicas no son el único factor que determina la actividad ciclónica. Según Belles, hay otros elementos clave que pueden influir, como:
La presencia de aire seco o polvo del Sahara, que puede inhibir la formación de tormentas.
El fenómeno de El Niño o La Niña, que altera patrones atmosféricos a gran escala.
Cambios bruscos en la dirección y velocidad del viento (cizalladura).
Corrientes de aire descendente, que suprimen la convección necesaria para el desarrollo de tormentas.
Aunque las condiciones actuales parecen ofrecer un respiro en comparación con años anteriores, los expertos llaman a no bajar la guardia y mantenerse atentos a las actualizaciones oficiales en las próximas semanas.