La noche volvió a tragarse a Playa del Carmen. En cuestión de minutos, fraccionamientos enteros quedaron sin luz, sin internet, sin ventilación.
En la ciudad, ya nadie se sorprende. Es el mismo guion de siempre: se va la electricidad, se va la tranquilidad. Y mientras tanto, la Comisión Federal de Electricidad brilla por su ausencia.
La CFE ha convertido los apagones en una rutina indigna, y lo peor es que no muestra ni prisa ni vergüenza. Las fallas en el suministro eléctrico se repiten con frecuencia alarmante y dejan al descubierto un sistema débil, mal gestionado y abandonado por años de negligencia.
Pero lo más grave no es que se corte la energía: es la ausencia de una respuesta clara, rápida y responsable.
Lo que pasó anoche dejó una cosa en evidencia: el centralismo ineficaz de una institución que no escucha, no previene y tampoco se hace cargo. Porque mientras los transformadores colapsan, los cables revientan y las familias sufren, la CFE responde —cuando responde— con comunicados tibios y protocolos de escritorio que no ayudan a nadie.
En contraste, quien sí apareció fue la presidenta municipal de Solidaridad, Estefanía Mercado. No con promesas vacías ni discursos al margen, sino con hechos.
Desde el primer momento, activó un dispositivo de seguridad para cuidar a los ciudadanos en zonas críticas, instruyó atención directa a los reportes vecinales y —lo que pocos se atreven a hacer— exigió públicamente a la CFE asumir su responsabilidad.
Eso se llama gobernar. No esperar a que las cosas se resuelvan solas, ni esconderse tras el argumento de “no me toca”.
Estefanía actuó como lo que es: la figura más cercana a la ciudadanía. Y su liderazgo se notó no porque resolviera el apagón (que no es su función), sino porque decidió estar donde se necesita: con su gente.
Hoy más que nunca se agradece a quienes entienden que servir implica enfrentar los problemas, aunque no sean suyos por ley. Porque sí, los servicios públicos dependen de la federación, pero la confianza y el respaldo ciudadano se construyen a nivel local, con decisiones firmes y rostros visibles.
El problema eléctrico de Playa del Carmen no es nuevo, y mucho menos menor. De hecho suele afectar a todo el país y tiene fuerte impacto en la seguridad, la economía y la calidad de vida de una comunidad entera.
Y es hora de que la CFE deje de tratarlo como un asunto menor, como si el destino del Caribe mexicano pudiera dejarse en modo espera.
Mientras las autoridades federales siguen archivando reclamos, Playa del Carmen tuvo anoche un ejemplo de lo que debe hacer una autoridad con compromiso: actuar, exigir, acompañar. Esa es la diferencia entre la burocracia que se esconde y el liderazgo que responde.
