Cozumel, 21 de febrero.— Con la compra de alrededor de 80 piezas históricas de los siglos XIX y XX, que elevan su colección a 483 objetos patrimoniales, se reinauguró el Museo de la Isla de Cozumel, luego de concluir su primera reestructuración a fondo en los 40 años que tiene como espacio museístico.
De acuerdo con un boletín, el proyecto de renovación del recinto, emprendido por la Fundación de Parques y Museos de Cozumel (FPMC), tuvo apoyo de diversos especialistas e instancias del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y fue coordinado por el arquitecto José Enrique Ortiz Lanz.
“Tuvimos gran ayuda del INAH debido a la voluntad que compartimos para que los museos de México se actualicen en este siglo XXI e integren tanto mayores colecciones como mejores conocimientos destinados a sus públicos”, expuso.
Asimismo, destacó la colaboración de la arqueóloga Helena Barba Meinecke, responsable en la península de Yucatán de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH, “quien participó como co-curadora y aportó un conocimiento invaluable para la actualización”, junto con la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del Instituto y del Centro INAH Quintana Roo, oficinas que participaron mediante el préstamo de reproducciones de piezas arqueológicas que se suman a las originales del recinto, o bien, con apoyo durante las tareas de montaje.
Con una inversión estatal de ocho millones de pesos, el Museo de la Isla de Cozumel se ha reintegrado en 11 salas nuevas, las cuales enfatizan la importancia que para este municipio de casi 100 mil habitantes tiene y tendrá lograr que su cotidianidad y desarrollo turístico armonicen con la sostenibilidad de su riqueza biológica, histórica y de recursos naturales.
Las 483 piezas van del Pleistoceno, a la cultura maya prehispánica, pasando por el virreinato y las épocas industrial y contemporánea.
Dos espacios del nuevo recorrido museográfico los ocupan, por un lado, la reconstrucción del Templo de Miramar, a una escala ligeramente menor que la de su original, basada en registros fotográficos y crónicas dejados por quienes atestiguaron su devastación en los años 30, o lo visitaron antes de que aquello ocurriera; y por otro, la réplica del edificio de El Caracol.
Este es un ‘templo-enano’ maya que aún se yergue al sur de Cozumel y el cual, se teoriza, funcionaba como un observatorio, de allí que su modelo —también de un tamaño menor a su referente— se acompaña de una proyección que mostrará el funcionamiento y simbolismo de los fenómenos arqueostronómicos.
El museo también expondrá en un módulo interactivo, una edición virtual del Códice Dresde, hecha por el INAH, documento prehispánico que fue usado como un almanaque adivinatorio vinculado al ciclo del planeta Venus.
Cabe destacar que la totalidad de piezas arqueológicas e históricas fue objeto de un proyecto particular de atención y restauración a cargo de expertos de la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente (ECRO).