¿Quién ganará la presidencia municipal de Playa del Carmen? Para que tantos brincos estando el suelo tan parejo. Ganará la candidata –porque la disputa está entre dos mujeres- que tenga la mayoría de los votos. Un voto puede hacer la diferencia. La democracia así funciona. Los gritos y sombrerazos no deciden el rumbo de la elección. Ni las manifestaciones ni los amagos de violencia. Ni mucho menos los intentos de descalificar a las instituciones electorales, que han organizado un proceso sin problemas, sin nada que las empeñe.
En Quintana Roo las elecciones del domingo 1 de julio se llevaron a cabo con normalidad democrática. Sin contratiempos. La gente votó en un ambiente de tranquilidad y de paz social. Nada ni nadie interfirió ni trató de torcer o manipular la voluntad ciudadana.
El gobernador Carlos Joaquín González ha mantenido un escrupuloso respeto a la expresión política de los ciudadanos. El llegó al gobierno con el voto mayoritario de la ciudadanía, pero en un ambiente en el que prevalecía la intimidación, el miedo, el acoso e incluso la violencia. Roberto Borge había impuesto un régimen de persecución. Había un sistema de espionaje incluso ala vida privada de las personas, de políticos y periodistas.
Con Carlos Joaquín ese ambiente de hostilidad a los que piensan distinto se acabó.
El respeto impera en todos los ámbitos de la vida pública, lo que es reconocido por la mayoría de los protagonistas de la vida pública.
La cultura de la “línea” desapareció de la práctica política. Y eso ha descontrolado a muchos que estaban acostumbrados a las viejas prácticas. Pero la democracia es un ejercicio cotidiano y no sólo en tiempos de elecciones. Es un estilo de vida.
Y es de reconocerse que desde el gobierno del estado se mantenga respeto no sólo a los partidos, sino a toda la ciudadanía.
El gobierno se mantuvo al margen de las campañas y del proceso interno de los partidos, y a pesar de ello muchos políticos trataban de adivinar donde estaba la “línea”.
Las elecciones den Quintana Roo, a diferencia de otras entidades del país, se llevaron a cabo en un ambiente de legalidad y certeza. Nada más y nada menos.
Abordar este tema no es ocioso sino que es una responsabilidad como comunicadores, ante algunas versiones interesadas y malintencionadas de tratar de denostar a las instituciones electorales, que si bien no son perfectas si cumplen con las responsabilidades que les confiere la ley. Entonces, no hay que buscarle tres píes al gato.
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