Carlos Hernández Blanco es el único diputado priista en la XVI Legislatura de Quintana Roo, es un político con cierto prestigio, ha sido alcalde de Cozumel, es legislador local por segunda ocasión, ha sido líder del PRI y funcionario de los gobiernos federal y estatal.
Es decir, tiene mucha experiencia y por eso no se entiende porqué se prestó a ser la garra de gato de Morena y presentar una iniciativa que pretendía aumentar de cinco a seis años el período de la próxima administración estatal y reducir de seis a dos años la subsiguiente.
Con esta idea se hubiese prolongado aún más el ya de por sí largo y caro proceso para emparejar las elecciones locales con las federales, objetivo logrado por entidades como Yucatán hace más de 25 años.
Según la reforma electoral del 21 de septiembre de 2017, las próxima legislatura y la venidera administración estatal, que serán electas el próximo año, deben ser de dos y cinco años respectivamente, de tal forma que en 2024, junto con la elección presidencial, elijamos también presidentes municipales y diputados locales.
Con esta disposición de 2017, a partir de 2027 los gobernadores de Quintana Roo serán electos en cada elección federal intermedia, junto con alcaldes y diputados locales y en cada sucesión presidencial renovaremos solamente presidentes municipales y el Congreso.
De esta manera dejaremos de tener elecciones cada año y medio, para realizarlos cada tres años, como ocurre ya en la mayoría de las entidades federativas.
La propuesta planteada por los morenistas a través del priista Carlos Hernández pretendía prolongar el desorden y proponía que ese emparejamiento se diera hasta el 2030, con un absurdo periodo transitorio de dos años para el gobierno estatal, con el fin de que a partir de entonces los gobernadores sean electos junto con el presidente de la república.
Un mini período gubernamental de dos años, de 2028 a 2030, hubiese impactado negativamente en el desarrollo político y económico del estado.
Salvo el panismo, todos los legisladores de las demás fracciones parecían quinceañeras apoyando la absurda idea.
¿Pero qué necesidad de Carlos Hernández de exhibirse como chalán de los morenistas?
Afortunadamente no les alcanzó el tiempo para concretar ese descabellado plan y todo quedó conforme a lo estipulado en la reforma de septiembre de 2017.
Nos salvó la campana.
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