El ofrecimiento que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador a los gobernadores salientes de Sinaloa y Nayarit, Quirino Ordaz y Antonio Echavarría, respectivamente, es en los hechos una oferta hostil hacia sus adversarios del PRI y del PAN, que sostienen con alfileres una alianza legislativa.
Para los dos ex gobernadores se trata de una buena noticia, porque no solo expían los pecados que pudieran tener, sino que aseguran continuar con su carrera política que no tenían mucha viabilidad que digamos al interior de sus partidos políticos.
Por eso a Quirino Ordaz no le importaron las amenazas de expulsión por parte del presidente del PRI Alejandro Moreno y Antonio Echavarría ni se inmutó ante los berrinches de Markos Cortés.
Y no serán los únicos gobernadores o ex gobernadores que serán considerados por el presidente para incorporarlos a la 4T. Ya dijo que invitará a más de todos los partidos políticos y en esa lista ya se menciona a Carlos Joaquín, quien terminará su administración el dentro de un año y que al igual que los dos ya mencionados tiene una extraordinaria relación con López Obrador.
En un comentario anterior ya habíamos comentado de las estrategias beisboleras que emplea el presidente que vino del edén tabasqueño.
Y lo que hizo con Quirino Ordaz y Antonio Echavarría fue, precisamente, lanzar una pelota ensalivada, que como se vio difícilmente iban a poder batear sus adversarios.
López Obrador, como ningún político, no actúa de buena fé. No hay que pensar que hizo una oferta generosa o bien intencionada.
Su invitación a Quirino Ordaz y Antonio Echavarría tiene la doble doble intensión de provocar al menos un clima de confusión adentro del PAN y del PRI.
No hay que olvidar que los gobernadores son los líderes políticos de sus estados, que suelen influir en importantes grupos y que entre los nuevos legisladores tienen gente a fin y representan en la Cámara de Diputados votos importantes para que las iniciativas del presidente caminen en el Poder Legislativo.
A los dos gobernadores salientes, a Quirino Ordaz y Antonio Echavarría, se les señala de capitular en sus plazas en favor de Morena, que no opusieron resistencia y que pusieron candidatas y candidatos ganadores en la franquicia guinda, en detrimento de sus partidos políticos de procedencia.
Pero no son los únicos que lo están haciendo.
Por ejemplo, en el Estado de México Alfredo del Mazo no está impulsando a ningún proyecto para sucederlo.
Así como él, y antes Quirino Ordaz y Antonio Echavarría, están esperando que arranquen los procesos electorales para darle toda la cancha al que resulte candidata o candidato de Morena. Hay un abierto pacto para ceder espacios de poder.
El Estado de México es un caso y Oaxaca es otro.
Es como si el presidente López Obrador estuviera siguiendo los pasos de Plutarco Elías Calles, el fundador del PRI, de aglutinar en una sola bandera a todos los grupos políticos y cacicazgos regionales.
Por eso consideramos que su oferta es hostil, porque se comporta como una emprezota que va estrangulando o comprando a sus competidores.
Es volver a andar el camino andado.
La pregunta obligada es si es para bien o será para mal.
¿Ustedes qué opinan?
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