¿Qué pasó con Carlos Canabal Ruiz?

El nombre de Carlos Canabal Ruiz vuelve a estar en el centro del escándalo, y no es para menos.

Se trata del polémico exalcalde de Cancún que, con apenas seis meses al frente del Ayuntamiento de Benito Juárez, a fines de 2005 y principios de 2006, resolvió su futuro económico —y el de varias generaciones— de manera tan escandalosa como opaca.

Ahora, vuelve a los titulares no por un nuevo negocio, ni por un alegato jurídico brillante, sino por su presunta fuga de la prisión domiciliaria que cumplía en Monterrey.

A través de aliados aún presentes en Quintana Roo, se ha intentado posicionar la versión de que no hay tal fuga, que un juez federal le otorgó una suspensión definitiva en el cuadernillo incidental más no el amparo definitivo que data desde octubre de 2024, y que pretenden hacer creer que está libre de toda responsabilidad.

Sin embargo, los hechos cuentan otra historia: Carlos Canabal no aparece, y además reconocen que enfrenta una nueva orden de aprehensión, no contemplada en el citado amparo por su cambio de situación juridica, cuya validez aún se disputa en tribunales superiores.

Aquí surge la pregunta de fondo:

¿Qué mueve a un empresario, abogado experimentado y conocedor del sistema judicial, a evadirse, sabiendo que eso solo complica su situación jurídica?

Su fama de “buen abogado” se consolidó en los años 2000, cuando logró ser nombrado presidente municipal interino de Cancún sin cumplir los requisitos, con el curioso argumento de que cuando él nació, Cancún aún no existía y Quintana Roo era territorio federal, por lo tanto, era casi como si hubiera nacido aquí. Un argumento más político que jurídico, pero que funcionó.

También fue el litigante estrella de Lizbeth Loy Song Encalada, quien resistió desde el Poder Judicial a los intentos del entonces gobernador Joaquín Hendricks Díaz por removerla, y lo hizo gracias a los recursos que Canabal preparó.

Con ese perfil, ¿por qué huir? ¿Qué sabe, qué teme, o a quién podría salpicar si se queda y enfrenta el proceso?

Y lo más inquietante: ¿cómo se dio la fuga?

¿Fue negligencia o complicidad de quienes debían vigilarlo?

¿Se sobornó a los policías encargados de su custodia? Conociendo los antecedentes y las redes de Canabal, no se puede descartar nada.

Hoy, el silencio y la opacidad vuelven a envolver a uno de los personajes más oscuros de la política cancunense.

La pregunta sigue en el aire: ¿dónde está el gato encerrado?

Y, sobre todo: ¿quién lo está cuidando?

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